Arándano, grosellero negro o acai son bayas con destacadas propiedades desde el punto de vista de la salud. Pero no podemos olvidarnos del maqui, un arbusto originario de la Patagonia, cuyos frutos poseen una potente acción antioxidante. De nombre científico Aristotelia chilensis, el maqui es un arbusto de los bosques andinos chilenos y de otras regiones del sur de Argentina, en el área de la Patagonia. Su nombre procede del idioma Mapuche, para cuyos indígenas es una planta sagrada, y significa “fruto”. Pertenece a la familia de las elaeocarpáceas, pudiendo llegar a alcanzar entre cuatro y cinco metros de altura. Sus frutos son bayas pequeñas de unos cinco milímetros, de color negro brillante o azuladas, que contienen de dos a cuatro semillas.
En su composición química, destaca la presencia de una variada gama de potentes antioxidantes, como alcaloides indólicos y flavonoides, así como ácido cafeico y ferúlico, cumarinas o antocianidinas. De estas últimas, destaca la delfinidina, por su contrastada eficacia para reducir la inflamacion que se encuentra detrás de enfermedades cardiovasculares, artritis o cáncer. En cuanto a su composición nutricional, contiene oligoelementos como bromo, zinc, cloro o cobalto, y vitaminas, destacando la presencia de vitamina C, de gran poder antioxidante, lo que permite a las bayas de maqui ocupar un lugar de privilegio en la ORAC, una escala que mide la eficacia de los antioxidantes de los alimentos.
Acción farmacológica
El potencial antioxidante del maqui ha sido analizado a través de distintos estudios clínicos. En 2010, lo hizo un equipo de la División de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, y el maqui ratificó su efectividad en ese terreno.
Pero el maqui también posee una contrastada acción antiinflamatoria y analgésica a nivel tópico, como lo pusieron de relieve investigadores del Dpto. de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, tras aplicarlo tópicamente sobre un modelo de roedores.
Un año más tarde, investigadores de las Universidades estadounidenses de Rutgers y de la Estatal de Carolina del Norte, demostraron que las bayas de maqui tienen un efecto positivo sobre la producción de insulina, al suplementar con un extracto de maqui a ratones obesos y diabéticos durante un periodo de tiempo, y observar a la conclusión del mismo que sus niveles de glucosa en sangre mejoraban.
Por último, y junto a las acciones indicadas, el maqui también se ha demostrado eficaz para provocar el descenso de los niveles de LDL o “colesterol malo”, como demostraron en 2002 investigadores de la Universidad Católica de Chile, y, por sus propiedades antioxidantes, ha sido calificado como un muy buen producto antiage desde el punto de vista de su uso cosmético.
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