Si bien la acción positiva de los ácidos grasos omega-3 se ha medido sobre todo en términos cardiovasculares, no es menos cierto que no se restringe solo a eso. Ni mucho menos: distintas investigaciones están poniendo de relieve su efectividad a muy distintos niveles, desde su capacidad terapéutica frente a la enfermedad de Alzheimer o el cáncer de próstata, pasando por los beneficios que aportan al cerebro infantil.

Respecto a la efectividad de los ácidos grasos omega-3 frente a la enfermedad de Alzheimer, a este respecto conviene hacerse eco de una investigación realizada en el Instituto Karolinska de Suecia, que comprobó como suplementos de ácidos grasos omega-3 conseguían atravesar la barrera hematoencefálica en los enfermos de Alzheimer. Esta protege al cerebro de sustancias químicas nocivas que se encuentran en la sangre, pero también impide que los medicamentos lo alcancen.

Según los investigadores, algunas patologías pueden alterar las características de los ácidos grasos del Sistema Nervioso Central, entre ellas la enfermedad de Alzheimer que, normalmente, produce concentraciones más bajas de un omega-3, el ácido docosahexaenoico (DHA).

En el estudio, tomaron parte un total de 33 individuos; de ellos, 18 recibieron un suplemento diario de omega-3 durante seis meses, mientras que al resto se les administró un placebo. A la conclusión del mismo, los investigadores observaron que el grupo que recibió omega-3 presentaba niveles más elevados de DHA y también de EPA (ácido eicosapentaenoico, otro ácido graso de la serie omega-3) en el fluido cerebroespinal y en la sangre, mientras que aquellos individuos a los que se administró el placebo no presentaban ningún cambio. En base a las modificaciones registradas, los investigadores señalaron que los ácidos grasos son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica.

Acción a nivel prostático
La efectividad de los ácidos grasos omega-3 a nivel prostático vendría de la mano de su capacidad para reducir los niveles de Antígeno Prostático Específico (PSA, por sus siglas en inglés), una proteína producida por las células prostáticas cuyos altos niveles podrían ser indicativos de la presencia de un cáncer en la próstata. Así lo constataron científicos iraníes en un estudio realizado en 2013 durante 12 semanas, que achacaron la posible acción anti-tumoral a su actividad antiinflamatoria. En base a los resultados obtenidos, los investigadores apuntaron a una potencial utilización de suplementos de omega-3 tanto a nivel preventivo como terapéutico contra el desarrollo del cáncer de próstata, así como en el tratamiento de hombres que ya lo padecen.

Capacidad de aprendizaje
Por su parte, investigadores de la Universidad británica de Oxford, tras analizar las muestras de sangre de 493 escolares ingleses de entre siete y nueve años, determinaron que, como media, menos del dos por ciento de los ácidos grasos encontrados en las muestras eran DHA y el 0,5 EPA, con un total del 2,45 por ciento combinado de ambos, de lo que dedujeron, teniendo también en cuenta las opiniones de padres y profesores, que los niveles de ácidos grasos omega-3 en sangre predicen el comportamiento de un niño y su capacidad de aprendizaje. En concreto, altos niveles de omega-3, DHA en especial, se asociaban con mayor habilidad para leer y para memorizar, así como con menos problemas de conducta.