La consustancialidad de la menopausia a la vida de la mujer implica una serie de molestias y trastornos que se producen en esa etapa y a los que tradicionalmente se ha dado respuesta a través de la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS). No obstante, sus negativos efectos secundarios han puesto de relieve que existen otras formas de hacer frente a la menopausia, naturales, menos agresivas, pero con una eficacia similar. Y una de ellas es la Cimicifuga racemosa, comunmente conocida como cimicífuga, una planta medicinal originaria de América del Norte, que se ha ganado una merecida reputación en este sentido.

La cimicífuga es una planta de hoja perenne perteneciente a la familia de las ranunculáceas. Los indígenas americanos la empleaban en el tratamiento de un amplio número de trastornos femeninos de tipo ginecológico, así como en el de la artritis. La Farmacopea de Estados Unidos la recogió por primera vez en 1830 con el nombre de black snakeroot. Desde mediados del siglo XIX, había médicos que la recetaban normalmente para determinadas dolencias propias de la mujer como periodos de dolor, infertilidad, dolores post-parto y para incrementar la producción de leche materna.

Principales constituyentes
En  su composición, la cimicífuga es rica en componentes fenólicos, entre los que destacan ácido cafeico y derivados (ácidos hidroxicinámicos) como metil cafeato, ácido ferúlico, ácido isoferúlico, ácido fuquinólico, ácidos cimufúgicos o esteres del ácido piscídico. Recientemente, investigadores de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, también han identificado alcaloides y aminas biogénicas en su composición. También podría contener formononetina, una isoflavona de tipo estrogénico, pero esto es algo que no se ha podido determinar aún de manera concluyente.

Utilización terapéutica
La principal aplicación terapéutica de la cimicífuga es la de mejorar la calidad de vida de las mujeres en la etapa menopáusica, dado que presenta efectos similares a los de los estrógenos. En este sentido, en 2010 un equipo de la AEEM (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia) revisó más de 95 estudios y artículos sobre la efectividad de la cimicífuga, concluyendo su validez y eficacia para el alivio de los síntomas vasomotores y la mejora del estado de ánimo en las mujeres menopáusicas.

En 2002, un monográfico sobre la cimicífuga publicado en American Herbal Pharmacopeia recogía 16 estudios clínicos sobre el tratamiento de síntomas menopáusicos, entre ellos sofocos, atrofia vaginal y depresión, para cuyo tratamiento se empleó en la mayoría de los casos un extracto de cimicífuga. La conclusión global de los autores apoyaba el uso de la cimicífuga en el tratamiento de síntomas de la menopausia (Upton, R. (Ed.) 2002. Black cohosh rhizome, monograph. Santa Cruz, CA: American Herbal Pharmacopoeia).

En junio de 2013, la revista Phytomedicine recogía una investigación realizada por un equipo de científicos suizos con 442 pacientes de sexo femenino con trastornos menopáusicos, sometidas a tratamiento diario. Fueron tratadas durante tres meses con una dosis alta de un extracto de cimicífuga, y los seis siguientes con una dosis media. En sus conclusiones, los investigadores señalaron que se observó una mejoría significativa en los síntomas menopáusicos de las pacientes.

A conclusiones similares había llegado un estudio publicado cuatro meses antes, realizado por investigadores de la Universidad alemana de Göttingen, que señaló que extractos de cimicífuga a bajas dosis resultan efectivos para mejorar los síntomas de la menopausia, reforzando su papel como posibles sustitutivos de la Terapia Hormonal Sustitutiva, cuyos riesgos indicaban los propios investigadores.