Perteneciente a la familia de las leguminosas, el astrágalo, cuyo nombre botánico es Astragalus membranaceus, es una planta ampliamente utilizada durante siglos por la Medicina Tradicional China (MTC) para un gran número de problemas de salud, hasta el punto de ser considerada como una de las 50 hierbas fundamentales.
Las primeras referencias escritas a esta planta se remontan al antiguo tratado chino de medicina vegetal Pen Tsao Ching, escrito por Shen Nong hace cinco milenios y en el que se recopilaban, junto a otros textos, más de 100 remedios de origen vegetal. En él, se califica al astrágalo como una “hierba superior”, consideración de la que procede su nombre chino, Huang Qi o “líder amarillo”, y que hace referencia tanto al color de la raíz como a su actividad tonificante y su capacidad para ayudar al Chi defensivo.
La importancia del Astragalósido IV
El astrágalo es una planta perenne de altura variable entre uno y dos metros, que nace en primavera u otoño y crece en terrenos arenosos y soleados. Su hábitat suele estar entre 800 y 2.000 metros sobre el nivel del mar, y la raíz medicinal tarda entre cuatro y siete años en madurar, antes de ser recolectada; el otoño es la estación elegida para ello, dado que es en esta época del año en la que su contenido de principios activos es mayor. Entre ellos, se incluyen bioflavonoides, moléculas presentes en distintas especies vegetales, con baja toxicidad y alta eficacia en diferentes patologías; polisacáridos, moléculas compuestas por una cadena de azúcares, entre los que destaca el astragalan B, y más de 40 saponinas triterpénicas, la más importante de las cuales es el Astragalósido IV, hasta el punto de que en la farmacopea china sirve como marcador para el control de calidad del astrágalo.
En la MTC, se ha empleado, tanto en solitario como en combinación con otras hierbas, para el tratamiento de alteraciones pulmonares, hepáticas, del bazo, corazón o como estimulante del sistema inmunitario. No obstante, en occidente no comenzó a ser utilizada hasta los inicios del siglo XIX como ingrediente en diversos tónicos, aunque tuvo que pasar mucho tiempo, en concreto hasta la década de los 80 del siglo pasado, para que alcanzara popularidad gracias a las investigaciones que pusieron de relieve sus propiedades anticancerígenas.
Amplias posibilidades terapéuticas
Enmarcadas en su acción inmunoestimulante, en 1981 se da a conocer uno de los primeros estudios clínicos que demuestran las propiedades anticancerígenas del astrágalo. Realizado en China, indicaba que la administración oral de astrágalo producía mayores cantidades de interferón, una proteína generada de forma natural por el sistema inmunitario como respuesta frente a agentes externos tales como virus o células cancerígenas, así como de glóbulos blancos, células sanguíneas que intervienen en la defensa del organismo frente a sustancias extrañas o agentes infecciosos.
A partir de ahí, investigaciones posteriores han venido a corroborar esas conclusiones. En este sentido, un estudio realizado por un equipo científico de la Universidad de Texas concluyó que aquellos pacientes de cáncer que recibían astrágalo doblaban las posibilidades de vivir respecto a quienes recibían un placebo. En la misma línea, una investigación realizada en 1994 por los italianos Morazzoni y Bombardelli con pacientes de cáncer de pulmón, mostró que en aquellos a quienes se administró una combinación de astrágalo y ligustro, la mortalidad se reducía entre un 10 y un 50 por ciento.
En Estados Unidos, se han desarrollado varios estudios que han demostrado la capacidad del astrágalo para ayudar al sistema inmune a diferenciar entre células saludables y metastásicas, estimulando así la respuesta total del organismo frente al cáncer. Con ello, se mejora ostensiblemente la efectividad de los tratamientos de quimioterapia, algo para lo que es comúnmente empleado en los hospitales chinos, y que ha sido verificado por investigadores del MD Anderson Cancer Center de Texas, que concluyeron que aquellos pacientes que recibían astrágalo durante el tratamiento de radioterapia duplicaban las posibilidades de sobrevivir.
El astrágalo también ha acreditado propiedades hepatoprotectoras. Y lo ha hecho a través de la disminución de los daños causados al hígado por agentes tóxicos y los cambios patológicos a nivel del tejido hepático. En pacientes con hepatitis crónica a los que se ha tratado con él, se ha observado una mejora de la inmunidad celular y una estimulación de la fagocitosis de las células reticuloendoteliales.
Recientemente, en enero de 2017, se ha publicado una investigación desarrollada por un equipo de la Universidad de Medicina China de Zhejiang, que analizó el efecto de los polisacáridos del astrágalo (APSs, por sus siglas en inglés) en el tratamiento del hepatocarcinoma, el tipo de cáncer de hígado más frecuente. Los resultados evidenciaron la efectividad del APSs sobre los distintos indicadores analizados, lo que podría convertirlo en un agente clínico válido en la terapia del cáncer de hígado.
Polivalencia terapéutica
Si bien la relevancia terapéutica le viene dada al astrágalo por sus propiedades inmunomoduladoras, antioxidantes o anticancerígenas, lo cierto es que no acaba ahí. Investigadores de la Facultad de Medicina China de la Universidad Baptista de Hong Kong sintetizaron estudios clínicos y experimentales que resaltaban su acción protectora frente a la inflamación gastrointestinal y a los cánceres intestinales, estableciendo así otro “frente” terapéutico del astrágalo.
Las propiedades antibacterianas del astrágalo se traducen en su capacidad para incrementar la respuesta en infecciones producidas por distintos tipos de bacterias como Shigella, Streptococcus, Diplococcus y Staphylococcus.
La polivalencia de esta planta también se hace patente a nivel cardioprotector, algo que debe a sus propiedades hipotensoras; a nivel preventivo de la degradación del colágeno, o a nivel del sistema nervioso, lo que nos lleva a pensar que, una vez más, nos encontramos ante otro de esos prodigios terapéuticos con los que la Naturaleza tiene el enorme detalle de obsequiarnos.
[…] Según investigaciones, se dice que los polisacáridos y las saponinas de esta planta, son las consideradas responsables de los efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico que tiene esta planta, mismas propiedades que pueden ayudar a prevenir el cáncer y a mejorar los síntomas de los tratamientos convencionales como la radioterapia (4). […]
Muchas gracias por esta interesante aportación. Saludos cordiales.