Ahora que los rigores climáticos del invierno se aproximan, conviene tener a mano una de las extraordinarias creaciones de esas “fabricantes” de salud que son las abejas: el propóleo. El propóleo o goma de abeja es una sustancia resinosa natural que las abejas recogen de distintas plantas como el álamo, sauce, abedul o pino, entre otras, mezclan con cera y enzimas salivales, y emplean en sus colmenas como protección frente a los depredadores y microorganismos, para reparar daños, como aislante térmico o para construir cámaras asépticas con el fin de prevenir infecciones microbianas de las larvas. Puede encontrarse en distintas coloraciones, como marrón, rojo o verde.
El propóleo se ha empleado durante miles de años. Los antiguos egipcios lo utilizaban para la momificación de cuerpos, dadas sus propiedades anti-putrefactivas; griegos y romanos, para curar heridas, como antiséptico y cicatrizante, y como desinfectante bucal. Escasamente empleado en la Edad Media, el interés en los conocimientos de la Antigüedad que trajo el Renacimiento también influyó en la medicina, por lo que el propóleo recuperó su crédito terapéutico.
Composición variable
Desde el punto de vista químico, el propóleo está compuesto generalmente por un 50% de resina, un 30% de cera, un 10% de aceites esenciales, un 5% de polen y un 5% de otras sustancias, entre ellas minerales y compuestos orgánicos como ácidos fenólicos, flavonoides o terpenos. Sin embargo, hay que señalar que su estandarización no resulta fácil, habida cuenta de que su composición varía según las condiciones medioambientales de la zona de recogida, de la planta de que se haya obtenido o incluso de la época del año en que se haya producido esa recogida.
A nivel nutricional, el propóleo contiene minerales como magnesio, calcio, yodo, potasio, cobre, zinc, manganeso y hierro; vitaminas del grupo B (B1, B2, B6), C, D, E y provitamina A. También contiene enzimas y sacáridos.
Propiedades muy variadas
El biólogo danés Karl Lund Aagaard, que dedicó más de dos décadas a investigar las propiedades del propóleo, observó sus efectos sobre más de 50.000 pacientes, concluyendo que su campo de actuación es muy grande, e incluye cáncer, infecciones del tracto urinario, inflamaciones de garganta, resfriados, gripe, bronquitis o infecciones intestinales, entre muchas otras.
Acción antioxidante. Se han realizado múltiples estudios en torno a la acción antioxidante del propóleo, en los que se ha demostrado su capacidad en este terreno, atribuible a la presencia de ácidos fenólicos y flavonoides. En este sentido, hay que destacar el realizado en 2010 por Neiker-Tecnalia, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, que reveló valores antioxidantes muy importantes en el propóleo y que atribuyó a su abundancia en principios biológicamente activos, destacando los flavonoides.
Acción inmunomoduladora. A este nivel, numerosos estudios respaldan el enorme potencial terapéutico del propóleo para fortalecer el sistema inmune, lo que lo convierte en un excelente complemento para aumentar la resistencia natural del organismo y reforzar la nutrición celular, con el fin de combatir las agresiones externas en general (infecciones fúngicas y bacterianas, resfriados o para incrementar la respuesta inmunológica).
Acción antiviral. Debido a su rica y completa composición, el propóleo cuenta con un importante papel protector frente a diferentes tipos de virus, entre ellos el de la gripe o el del herpes simple tipo 1 y 2.
Acción antimicrobiana. El propóleo cuenta con capacidad para inhibir el crecimiento y desarrollo de microorganismos perjudiciales para la salud como Streptococcus mutans, responsable de la caries dental; Candida albicans, de las infecciones vaginales; Salmonella tiphy, de la salmonelosis, o Helicobacter pylori, causante de la úlcera de estómago.
Otras de las propiedades del propóleo puestas de relieve son su capacidad antiinflamatoria o la antifúngica. Asimismo, su asociación con la vitamina C reduce la oxidación de esta, dando lugar a una potente actividad antioxidante.
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