Nuestro día a día, con horarios cambiados, estrés, etc. hace que los trastornos del sueño sean más habituales de lo que se creen. Cerca del 10% de la población lo sufre de forma crónica y más del 50% en algún momento de su vida lo ha padecido. La dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo sin despertarse una o varias veces durante la noche es muy común entre las personas que padecen trastornos del sueño.
El tratamiento con melatonina se ha extendido en los últimos años como inductor del sueño con una gran eficacia.
La melatonina, también conocida como N-acetil-5-metoxitriptamina, es una hormona natural que se encuentra en animales y plantas. En el hombre está producida fundamentalmente por la glándula pineal en el cerebro, y participa en multitud de procesos celulares, neuroendocrinos y neurofisiológicos. Esta hormona está asociada al control de los ritmos circadianos y a la adaptación del ciclo luz-oscuridad. Por ello, es un excepcional regulador del sueño.
La secreción de melatonina aumenta poco después de anochecer, su concentración en sangre alcanza un pico máximo entre las 2 y las 4 de la madrugada y luego decae.
Probablemente el efecto más estudiado de la melatonina es su capacidad para inducir el sueño que, además, es de mejor calidad que el producido por los somníferos debido a su mecanismo regulador del ritmo circadiano.
La administración de la melatonina como inductor del sueño es especialmente eficaz en personas mayores de 50 años, ya que a partir de esa edad empieza a calcificarse la glándula pineal y la producción de melatonina por el organismo disminuye de forma notable. La administración de pequeñas cantidades de melatonina ayuda a conciliar un sueño reparador.
Asimismo, el uso de la melatonina también es muy útil para combatir el ‘jet lag’, el desequilibrio que se produce en el sueño al viajar largas distancias, a través de varias regiones horarias.
Como hemos dicho, la melatonina es un inductor del sueño pero se metaboliza rápido, por lo que para conseguir el mantenimiento del sueño es conveniente combinarla con activos como plantas de reconocida acción sedante (pasiflora, amapola de California o espino blanco) y otros activos como la sal de Schüssler Nº5 o GABA.
La pasiflora, conocida también como flor de la pasión, tiene acción ansiolítica e hipnótica suave, ayudando a reducir la ansiedad y el insomnio. Parecidas acciones beneficiosas tiene la amapola de California, que mejora la relajación y disminuye la ansiedad, ayudando a alargar el sueño y su calidad. Por su parte, el espino blanco, arbusto conocido por sus propiedades beneficiosas sobre el corazón y por su actividad ansiolítica tiene también una acción sedante del sistema nervioso simpático, algo muy útil en aquellas personas que padecen nerviosismo.
La sal de Schüssler nº5, conocida como ‘Sal de los nervios’, ayuda a calmar estados de ansiedad y se emplea en estados de agotamiento mental y físico. Por último, el GABA es un neurotransmisor inhibitorio que ayuda a frenar la ansiedad.
Todos ellos ayudan a que se produzca el mantenimiento del sueño y combinados con la melatonina, un excelente inductor del sueño, obtendremos la combinación ideal para tener un descanso con mayúsculas, y ante todo, natural.
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