Además de ser componente fundamental del curry, esa combinación de especias de aroma y sabor incomparables, la cúrcuma es una planta originaria de India, China y Oriente Medio a la que muy bien cabría calificar como prodigio terapéutico debido a la gran cantidad de propiedades que posee y que, conforme se publican nuevas investigaciones científicas, van en aumento. La cúrcuma también es conocida como azafrán de la India, jengibrillo o turmero. Se trata de una planta de la familia de las Zingiberáceae con flores blanco-amarillentas y rizomas muy voluminosos. Es en estos últimos donde se encuentran sus activos más importantes: un aceite esencial responsable del aroma, un principio amargo, ácidos orgánicos y los curcuminoides, unos polifenoles entre los que destaca la curcumina.

La curcumina es un colorante natural muy empleado en la industria alimentaria en alimentos como mantequillas, yogur, salsas de mostaza o pastelería. Comparte con otros polifenoles sus propiedades antiinflamatorias y, asimismo, su potencia antioxidante es comparable a la de la coenzima Q10.

Uso tradicional
Durante generaciones, la cúrcuma no solo se ha empleado como un aditivo alimentario; también ha sido un elemento de la medicina tradicional para tratar afecciones inflamatorias como artritis, hepatitis o colitis, acción que debe a su capacidad para inhibir enzimas relacionadas con la inflamación, como la ciclooxigenasa-2 y la lipooxigenasa.  Desde hace unos años, sus expectativas terapéuticas han ido en aumento, lo que ha permitido la realización de numerosos estudios en torno a ella. A su favor, juega la ausencia de toxicidad, incluso a dosis muy altas.

A nivel antioxidante, la cúrcuma posee un potente efecto para neutralizar y eliminar los radicales libres (especias reactivas de oxígeno y nitrógeno). La ateroesclerosis, una patología relacionada con el impacto de estos sobre el LDL-colesterol circulante, es uno de los frentes sobre los que actúa la curcumina, al evitar la peroxidación lipídica, estabilizar las membranas celulares e inhibir la agregación de las plaquetas, factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad.

En la enfermedad de Alzheimer, una patología degenerativa relacionada con el estrés oxidativo, se establece una relación entre el daño oxidativo y el depósito en el cerebro de proteínas anormales. En estudios realizados con animales, se ha puesto de manifiesto el efecto de la curcumina en la disminución del daño oxidativo y del depósito de esas proteínas en el sistema nervioso central. Ello podría ayudar a explicar por qué la incidencia de Alzheimer y Parkinson es menor en India, donde el consumo de cúrcuma es muy elevado, que en los países occidentales.

Anticancerígeno
La efectividad terapéutica de la cúrcuma también se ha evidenciado en la prevención del cáncer. Estudios realizados con animales han demostrado que la curcumina inhibe las enzimas que intervienen en el metabolismo hepático de numerosas sustancias, evitando, así, la producción de muchas sustancias carcinogénicas. Además, también provoca muerte celular en células tumorales de cáncer de mama, pulmón, melanoma, mieloma, próstata y en algunos tipos de leucemia.

En un estudio sobre diabetes realizado con roedores a los que se administró curcumina, se ha observado una reducción en los niveles de glucosa. Asimismo, ha demostrado una acción positiva en la patología del aparato digestivo; acción protectora a nivel pancreático, y beneficios en la enfermedad inflamatoria intestinal.